Joan Manén
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Joan Manén en Nova York con 11 años / © Joan Àngel Coll


Joan Manén con 10 años / © Associació Joan Manén


Joan Manén en Nova York con 11 años / © Associació Joan Manén


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Las américas: primeras giras

(1895-1897)

Joan Manén y su padre llegaron a Buenos Aires en agosto de 1893. Allí pronto hicieron amistades y consiguieron tocar varios recitales y un concierto con orquesta en el Teatro Ondarribia. El éxito de estas presentaciones fue grande y obtuvieron importantes beneficios económicos. En una de estas presentaciones, el pequeño violinista se atrevió a ponerse por primera vez ante una orquesta para dirigirla, sin tener el más mínimo conocimiento de dirección. Los éxitos conseguidos en Buenos Aires les permitieron obtener contratos para hacer varios recitales en Montevideo. Manén continuaba tocando el piano, un instrumento que en ese momento lo prefería al violín porque lo encontraba más completo y con él se sentía liberado de la presión del padre y de las obligaciones que le imponía. Incluso, en alguno de los bises de los conciertos se sentaba al piano y, ante la sorpresa de la audiencia, tocaba algún nocturno de Chopin o alguna novelette de Schumann. Mientras tanto el padre continuaba dando consejos a su hijo, a pesar de no tener conocimientos de violín. Le indicaba los errores - problemas de arco, articulación o de timbre - pero no era capaz de dar la solución de cómo resolverlos. Una vez finalizados los conciertos en Uruguay, decidieron regresar a Barcelona. Durante el viaje se acercaron a Génova para visitar a Camillo Sivori, único discípulo de Niccolò Paganini. El joven violinista tocó para él y una vez finalizada la audición, Sivori sentenció: "Deje que trabaje a su gusto, él mismo encontrará el camino porque es un violinista nato." (Mis experiencias, vol. 1, p. 62)

Después de unos meses de estancia en Barcelona y de retomar las clases por poco tiempo con Clemente Ibarguren, padre e hijo emprendieron a principios de 1894 una nueva gira, esta vez por Cuba y México. En La Habana, Manén hizo cuatro conciertos en el Teatro Albisu con muy buena acogida y un quinto en el Teatro Payret en el que, aparte de tocar el violín, dirige el himno Gloria a España de Anselm Clavé ante una orquesta y un coro de 200 hombres. En México, después de numerosas actuaciones y ante el éxito obtenido, un empresario le propuso una gira de veinte conciertos por Estados Unidos. El padre, desconfiando de las condiciones económicas que les ofrecían, rechazó la propuesta y decidió probar suerte en la gran ciudad haciendo él mismo de empresario. En Nueva York, el padre pronto se percató de que sus virtudes como comerciante no eran las adecuadas para llamar la atención de los programadores y de la prensa neoyorquina. Después de dos semanas sin obtener resultados, el padre tomó la determinación de financiar un concierto en el Fifth Avenue Hall. El resultado del concierto no fue el esperado y viendo la situación de estancamiento en que se encontraban decidieron volver a Barcelona.

Joan Manén Abellán, hombre de una personalidad extravagante y autoritaria, era muy crítico con el talento de su hijo, pero a la vez confiaba en él porque era capaz de intuir el potencial que albergaba. A partir de entonces, tomó la decisión de que su hijo estudiara el violín sin recibir consejos de ningún profesor. Desde aquel momento Manén tuvo que agudizar el ingenio y buscar de forma intuitiva recursos para poder desarrollar su técnica y resolver al instante los problemas que surgían. Durante aquellos días en Barcelona, el padre también tomó la decisión de que su hijo debía iniciarse en la composición, a pesar de no disponer de suficientes conocimientos de armonía. La primera obra que Manén escribió fue una transcripción de la jota de "El dúo de la Africana" de Fernández Caballero, una pieza de salón de lucimiento.

En agosto de 1894, recibieron una carta de Nueva York en que, gracias a las gestiones de uno de los empresarios que conocieron, el promotor Leon Margulies les ofrecia un contrato para dar cincuenta conciertos por Estados Unidos durante cinco meses. Sin dudarlo aceptaron la propuesta. Antes de embarcar de nuevo hacia América, viajaron a Madrid y París para dar algunos recitales. En Madrid se presentaron en el Teatro de la Comedia y los almacenes de música Zozaya donde tocaron la Fantasía "Faust" de Wieniawski, unos movimientos de la Sinfonía española de Lalo y su transcripción de “El dúo de la Africana”. Allí Manén tuvo la oportunidad de ser escuchado por importantes músicos como Manuel Fernández Caballero, autor de la jota que había transcrito, o Isaac Albéniz, el cual se deshizo en elogios y le ofreció todo su apoyo.

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